Entre marzo y julio de 2011 realicé un viaje, dibujando por países de la costa norte el norte mediterránea. Desde entonces, cada vez que traigo noticias de Nuestro Mar, me acerco de nuevo aquí, a contaros lo que he visto y dibujado Desde la Bañera



lunes, 17 de febrero de 2014

Volviendo de las Cícladas

Atenas. La Acrópolis desde el Ágora.


Marisa y Pepe comiendo en el chiringuito de la domatia, fundidos sobre los montes de Kalamata (Ilaeira?)

Kalamata. Puesta de sol desde el balcón de la Domatia


Pepe en el vuelo Kalamata-Bergamo

Bergamo Alto desde la estación de tren. Cristo de Santa Maria Maggiore

Milán. Chica-anuncio de Transfer a Bergamo Aeropuerto. Viajeros en el tren Milano-Bergamo

Bergamo. Elina Duni en Santa Maria Maggiore
Esperando la salida de Bergamo a Madrid

Athens, Kalamata, Bergamo, Millano, Madrid


10 de octubre de 2013. Syros fue la mejor despedida de las Cícladas. El resto de los días fue derivar hacia nuestro origen respectivo. Atenas, Kalamata, Bergamo y allí nos separamos, porque Marisa y Pepe volvían a Argentina.

En Atenas, una suerte dar con el Hotel Cosmos. Fuera de lo más turístico, en un barrio tranquilo, de emigrantes bien situados. En otro tiempo fue un lujo de hotel y lo grande es que aún conserva la uniformidad en su mobiliario cincuentero y extensos suelos de mármol. Y con unos precios interesantes.
Por lo demás, encontré la ciudad más triste que nunca. El centro invadido por la pobreza y la mala vida. Y la zona arqueológica, evocadora, impresionante. Como siempre. Un apunte desde el Ágora antigua era inevitable. Me gusta mucho pasear por allí.

Tras poco más de 24 horas tomamos un autobús a Kalamata, destino turístico próximo a Esparta, con vuelos de Ryanair. Tres horas y media, pasando por el canal o, al menos, lo que parecía un ramal del mismo, y la impresionante Antigua Corinto. Una enorme peña calva surgiendo en la llanura y literalmente coronada por la vieja muralla aquea. Y luego los montes y enormes valles peloponesos.

Kalamata sí vive del turismo. Sus aceitunas exquisitas, su vino, no parecen ser más importantes. Llegamos la víspera de nuestra salida a Bergamo y aprovechamos para darnos un baño, alojados en una domatia frente a la playa. Y también para comer un buen pescado a la parrilla. Todo aprecios de fuera de temporada. Allí dibujé a Marisa y Pepe. Y luego se me ocurrió pintar sobreimpreso, el imponente monte (¿Ilaeira?) del fondo. A alguien le recordó al Rushmore. Tampoco era mi intención. Más tarde, no me pude resisitir a la sosegada puesta de sol.

En Bergamo nos despedimos de los primos. Nosotros nos quedamos un par de noches más y dimos una vuelta por Milán. Bergamo Alto es caro pero imprescindible. Y, mira, nos despidió regalándonos un concierto de jazz en Santa Maria Maggiore. Se habían agotado las entradas y nos dejaron pasar gratis. Todo un detalle y un goce, la plenitud vocal de Elina Duni. Y así acabó nuestra vuelta de las Cícladas. Madrugón... Y Madrid en tres horas.


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